Llegada a Danang, el tren no lleva directo a Hoi An. El trayecto en tren ha sido comodo, incluso teniamos television con noticias en su idioma. Los carritos con comida (pollo sospechosamente naranja fosforito y pescado pescado hace varias semanas) deja un olor que revuelve el estomago. No se como se pueden comer eso, y a las 10 de la mañana. Se parecen mucho a los chinos en que son igual de guarros, no habiamos escuchado el metodo de escupitajo en tres tiempos hasta que hemos llegado a Vietnam, para saber mas sobre el metodo podeis buscar en internet. Los huesos de fruta van directamente al suelo del tren, a pesar de todo está bastante limpio, no hemos visto ninguna rata por aqui, aun.
Los niños en los medios de transporte colectivos vienen de serie, creo que se puede elegir como quien elije ventanilla o pasillo, me pone dos niños uno delante y otro detras. La verdad es que si te salen majos da gusto, pero si te salen pequeños demonios vietnamitas dan ganas de hacer un rollo de primavera con el. En este viaje nos toco un niño insulso, no hablaba ni gesticulaba, solo conducia su camion por mi brazo, y lo dejaba caer encima de mis piernas. Aproveche para hacer meritos para el premio Pulicher, pero creo que aun me falta. Cuando su madre vio que me estaba tirando el camion encima del ordenador, no se le ocurrio mejor manera que darle con el camion en la cabeza y en la boca para que dejara de molestar. La verdad es que el niño tuvo un viaje divertido, y su madre terminaria con esguince de muñeca de tanto que le azoto, porque no paraba el diablo.
Una señora nos vio con pintas de guiris, seriamos 8 en el tren, y nos dijo que nos bajaramos, de aqui a la estacion nos costo 3 dolares, incluso por entrar en la estacion nos cobraron 25 centavos. Luego bus, donde el chaval nos intento cobrar el doble, nos sorprendio, miramos en la puerta y cuando el bus estaba en marcha y nos cobró le dimos lo que estaba escrito y no puso muchos mas problemas. Curiosamente yo creo que el chico nos quiso cobrar mas por reputacion, ya que en la guia Lonely Planet dicen que en este bus suelen intentar cobrar mas a los guiris, era parte de la tradición.
Tras una hora de viaje por carretera mala: bicis, pitidos interminables, motos, motos y mas motos, paradas para recoger a gente en medio de la nada (como habrian llegado hasta allí?), llegamos a Hoi An. Seguimos con el ritual de los moteros taxis que te vienen a buscar a la puerta del bus para llevarte a donde sea, y siempre "veri chip". Estos taxistas se diferencian de los simples moteros, en que no se quitan el casco ni para ducharse, al menos podian pegar una pegatina en ellos que dijera taxi. Pero claro, si fueran a algún sitio el dia que libran, no les dejarian de pedir sus servicios, no se, pero vamos , que llevan el casco como si lo tuvieran metido a roscachapa. Vamos a pie hasta el centro, el gps del Nokia no vale una mierda aqui, ya que solo estan las carreteras principales, pero las ciudades ni se ven en mapa ni dejan acercarse mucho en satelite. Al final preguntamos y llegamos a varios hoteles, queremos piscina, hace un calor que te mueres. Volvemos a hacer caso a Lonely Planet, pese a que sus consejos en Vietnam son entre muy muy malos, y realmente malos, y el hotel que recomiendan como muy barato y con piscina esta lleno, y vale 25 dolares. Seguimos buscando, con mochilas y una temperatura que diria que estaba entre los 55º entre humedad y temp. real, se hace pesado. Encontramos uno por 18 euros, sin desayuno, y piscina, un pelin lejos del centro pero ok. Mientras Silvia se ducha yo hago el checkin, y para mi sorpresa la señora, que llamaremos la borde en adelante, me dice que quiere los pasaportes originales, nada de fotocopias. La comente que necesito los pasaporte por si me los pide la policia o por si alquilo una moto, y nada, que ella quiere los pasaportes, y si que que me vaya, y que deje la habitación libre. Pues nos vamos, Silvia sale de la habitación reluciente y fresquita, asi da gusto seguir buscando hotel. Al irnos, la borde esta enseñando una habitación a otro, y la digo que gracias por su ayuda y amabilidad, que iremos a otro hotel donde no nos obligen a dejar los pasaportes, dice que en la ciudad no hay de esos, y que nos esperemos que tiene que revisar la habitación, la saludamos a lo reina en carroza y nos vamos. Terminamos encontrando un hotel con piscina, desayuno y en frente del casco por 20 dolares, y por supuesto con las fotocopias del pasaporte y visas vale.
Veo a Silvia como a Julieta desde la piscina, ya que la ventana da justo ahí, tiene barrotes y tejadillo. Por ahora el baño es lo mejor de la ciudad, pero hemos leido que se come de vicio, asi que empezamos a salivar pensando que comer. Cafe 96, trozos de atun con salsas y envueltas en hojas de platano, ricas ricas. Los restaurantes funcionan como agencias de viajes, y en todos vemos que hay buses desde ahí a ciudades cercanas. Nos interesa Hue.
La ciudad es famosa por que se hacen trajes, pero vamos, que teniendo Zara no le veo la gracia a esto. Casas coloniales: arcos, amarillas con los bordes blancos, y techos altos. Todo el centro es igual, bastante encantador, nos recuerda a Luang pravang en Laos, pero sin ser tan caro. Tiene un puente para el cual hay que pagar, o no, 5 dolares, incluye tb varias casas. Lo pagamos y decidimos descontarlo de algún futuro regateo siguiendo la ley de la fisica monetaria, que dice: el dinero ni se crea ni se gasta, simplemente pierdes ahora lo que ganaras en una rebaja futura.
El pueblo mola, pero no merece la pena pagar la entrada. Por la noche encienden luces de colores, con 3 figuras de animales en el medio del rio, un pelin hortera, pero al final le ves la gracia. Fotito por aqui y por alla. Yougur de frutas riquisimo para irse a la cama, pero antes bañito nocturno en la piscina bajo la mirada de las minisalamandras que parecen la mascota del sureste asiatico, hay que rentabilizar los 20 dolares.